- La temporada está muy marcada por Madrid. ¿Qué sensaciones le dejaron los tres compromisos?
- Positivas, porque fueron tres tardes importantísimas. En la primera se dio una dimensión muy buena, pero el rejón me privó de un triunfo mayor. La segunda fue todavía más redonda, con un toro muy bueno al que le pude cortar las dos orejas, y al otro una. En cuanto al mano a mano de la Feria de Otoño se notó una menor asistencia de público que en San Isidro y por eso el eco de las faenas no fue el mismo, pero también es verdad que fue una tarde notable.
- Otro puntal de la temporada fue Sevilla, y encima cortando una oreja...
- Fui muy motivado y con muchísima ilusión por la plaza que era. Es verdad que los toros no ayudaron mucho, pero creo que yo estuve muy por encima de sus condiciones y las sensaciones finales fueron positivas.
- Hay otras muchas actuaciones destacadas, sobre todo, en la recta final del año: Albacete, Salamanca, Murcia... ¿Con cuál de todas se queda?
- En Albacete me tocó abrir plaza y eso es un hándicap de mucho cuidado, pero creo que fue una de las faenas redondas de la temporada. Fue un gran toro al que Ojeda le hizo auténticas virguerías. También destacaría Salamanca, donde al primero le corté las dos orejas y pude disfrutar desde el principio. Volviendo a lo de antes, este año me ha tocado mucho abrir plaza –y eso significa que ya soy más viejito (risas)– y eso es una circunstancia que condiciona lo que haces en el ruedo.
- Así todo, ¿qué sensaciones tiene como balance general?
- La sensación fundamental es la madurez, que hubo más solidez en todo lo que hice. Todo más macizo y con más calidad. Creo que ha sido una temporada en la que he crecido y en la que he dado un pasito más en el toreo que yo quiero hacer.
- Si nos fijamos solo en lo numérico, Galán ocupa la octava posición en el escalafón. Lejos de la cabeza, ¿no?
- Los números muchas veces no son coherentes. Hay que saber mirar el escalafón y ver que no es comparable un torero que tiene muchas orejas pero no ha pisado una plaza de primera, con otro que torea en plazas de importancia, pero tiene menos trofeos. Hay orejas de muy distinto peso. Hay días que cortas cuatro y tú mismo sabes que no es una tarde para tal y otras en las que no te dan ninguna y mereces más.
- Hubo 22 festejos en total esta temporada. ¿Es para estar contento?
- Yo te diría que me gustaría torear más (risas), pero también es verdad que no me puedo quejar según está el toreo. Es muy difícil, tanto por lo que se ha reducido como también por cómo se mueve el sistema... No es fácil estar aquí sobreviviendo a todo eso y durante tanto tiempo, y además de forma independiente. Aún con eso, a diferencia de otros años, creo que en éste la puerta grande de Madrid sí me sirvió para consolidarme en un estatus más alto.
- ¿Qué pasó para no estar en Cuenca?
- Fue una de las cosas que más me dolió de la temporada. Este año hacía 20 como profesional y era especial para mí. Por eso, cuando Maximino habló con nosotros le dijimos que podía plantear algo distinto. No le dijimos qué y lo dejamos en sus manos porque es un empresario muy creativo y confiábamos en él. Pero ahí se quedó. No nos hizo caso y pasó de nosotros. Mi sorpresa fue que luego, habiendo una mixta en la que iba otro rejoneador, a mí me metió en otra abriendo cartel y con una ganadería que no tenía garantías. Por eso, le pedimos que llevara una ganadería mejor, pero lo declinó. Me llama la atención cuando ves a otros toreros que en su tierra se les cuida, y a mí, que llevo a Cuenca por bandera, no. Decliné ir porque no iba a gusto y me sentía maltratado.
- No sé si puede ser éste que relata el peor momento de la temporada...
- Sentimentalmente, sí. Recalco: sentimentalmente, porque como comprenderás a mi no me va la vida en torear una tarde más en Cuenca o no torearla. Si fuera Madrid me podría afectar más en mi carrera. Pero resulta que he hecho méritos para torear hasta tres tardes en Madrid, pero no para ir a la Feria Cuenca en una tarde especial; es surrealista.
- ¿Cómo ha evolucionado la cuadra con respecto al año pasado?
- Me quedo con Apolo y con Ojeda, que han echado una temporada excepcional. Pero además, con dos caballos nuevos que anduvieron muy bien: Embroque, que el año que viene va a ser importante, y Bambino, hijo de Capea, que a pesar de su juventud me transmite confianza.
- Así todo, ¿cuáles deben ser los cimientos de la temporada que viene?
- Trabajo, trabajo y más trabajo. No entiendo otra fórmula para estar a la altura en la plaza, tal y como se espera de mí. Ahora me esfuerzo en reforzar la cuadra y a los caballos nuevos.