Fiesta total en Iniesta, un coqueto pueblo de la provincia conquense, que siempre ha sido santo y seña de la afición taurina por estos lares. Durante unos oscuros años, su plaza y su afición vivieron las épocas más tenebrosas que se puedan imaginar, convirtiéndose en una de esas plazas secuestradas por los malos gestores. Este año ha aparecido una empresa con ganas de trabajar y de dejarse los cuernos. Es cierto que hay muchas cosas a mejorar, empezando por la presentación del ganado; pero también lo es que ya han arreglado otras tantas que estaban... Y como lo bueno es bien acogido, la afición iniestense casi llenó por completo su coso para presenciar lo que a la postre sería la borrachera de toreo de Morenito de Aranda a un gran toro de Hnos. Gallon, que fue premiado con el indulto. Si excepcional y a más fue en el último tercio, discreto fue en el primero. Lo digo para aquellos que se pregunten la validez de dicho reconocimiento. Ante este dulce, el burgalés instrumentó pasajes de muy alta nota, por torerísimos y templados, con empaque y naturalidad. Visto y paladeado esto, el resto sirvió como perfecto complemento festivo a una tarde para recordar en Iniesta.
Aseado saludo capotero de César Jiménez al abierto de cara Palmero que abrió festejo. Se le midió mucho en varas y se repuchó. Buen debut con los palos como torero de plata de Iván García, que abandonó el oro hace unos días aburrido de no encontrar las oportunidades que otros -casi con toda seguridad, más injustamente- sí tienen. A él, precisamente, le brindó el toro César en un buen gesto, para luego iniciar a derechas una labor acogida a medio vuelo por el público, y es que al noblón animal de Gallon le faltó casta y poder. Aun así, fue manejable y se acabó dejando en la muleta de un coleta sin demasiadas apreturas. Estocada fulminante y a la primera, pero muy caída. Codiciosa fue la salida de su segundo, Literato, al que se le recetó el puyazo reglamentario antes de un buen par de Perea y de estar magistral en las labores de brega Iván García. El de Fuenlabrada comenzó labor muleteril doblándose con el toro, tardando en encontrarle el aire al noblón y manejable burel. Pero cuando lo hizo dejó tres tandas por el izquierdo notables, por templadas, hondas y ligadas. Eso generó los ecos de un tendido que acabó entrando en la faena por completo.
Jaleadas verónicas y chicuelinas en el saludo capotero de Morenito de Aranda al terciado Aceitero que hizo segundo. Notables, además, tres verónicas y la media en el quite tras ser solo señalada la vara y antes del brindis al público. Inicio muleteril de rodillas en el tercio para sacárselo a los medios y seguir instrumentación de esa guisa en la primera tanda. Tras un tropiezo inoportuno en la cara del toro sin mayores consecuencias, pasó a izquierdas para muletear al blandito animal, que en varias ocasiones se fue al suelo, más cuando el torero le exigió por debajo. Tirando mucho de él, cuajó algún derechazo reseñable dentro de una labor a medio vuelo que no terminó de encontrar la rotundidad arriba. El burgalés anduvo muy por encima, pero emborronó todo por el mal uso del acero. Lo mejor de la tarde llegó en su segundo, con el jabonero Odalisco, con el que se estiró con gusto a la verónica, dejando un ramillete de lances a cual mejor. Se dejó pegar en varas antes del notable quite a cámara lenta, también por verónicas, del Moreno. Buen tercio con los rehiletes de David Adalid antes de que su matador montase la roja para dejar un inicio torero a más no poder por abajo. La faena cogió temperatura bien pronto, pero fue a más conforme la condición y el gran fondo del toro de Gallon creció. Templadísimos y despaciosos naturales, de un empaque y una torería soberbia. Tres cuartos de lo mismo por el pitón derecho, llegando lo mejor cuando a su muletazo le imprimió naturalidad y verticalidad. Un auténtico dulce en la muleta para el burgalés, que ante semejante oponente sacó su mejor versión para exprimirlo. El animal, lejos de echar la persiana, cada vez los tomaba con mayor entrega, haciendo el avión y con toda la calidad del mundo. Fijeza, repetición, humillación, recorrido… no le faltó nada a este toro de bandera en el último tercio. La plaza entonces fue un clamor pidiendo el indulto que el palco no tardó en conceder.
El terciado Ceperito, con muy poquita presencia, cumplió en varas más que todos sus hermanos. El animal llegó al último tercio como un pan sin sal, que además se puso gazapón de inicio, afeando la disposición de Francisco José Espada. Su labor fue un continuo perder pasos ante un astado que al final acabó dejándose sin más. Acabó echándose encima de su oponente para poner el picante que la faena no tenía. El arrimón final justificó la ovación del respetable, que hasta entonces no había entrado en la faena. La espada, en mal sitio, hizo que el toro tardara un mundo en doblar. Cerró plaza Despierto, con el que bien anduvo el madrileño con el capote. El toro, por cierto, era el primo de Zumosol al lado de su primero. Derribó al jaco en el encuentro y cundió el caos en la lidia. Se quedó crudo en varas y se puso complicado en la muleta. Hubo que poderle mucho al deslucido animal, que se movió con la cara a media altura y a la defensiva. A la labor del joven torero le faltó dar ese paso al frente, pero con todo se le vio firme y dispuesto, de valorar en su primera corrida como matador de toros.