No hay tiempo para fiestas ni para Feria. El campo pide pan todos los días, pese a que un torero de época le haya cortado horas antes el rabo a un toro de tu ganadería en la Maestranza. Marcos Pérez Hernández, matador de toros y ganadero de Domingo Hernández junto a su madre y sus hermanos, atiende a POR EL PITÓN DERECHO después de echar de comer a los animales ya en Salamanca desde la misma noche de ayer: "Cuando terminó la corrida, recogí las cosas en el hotel y me volví para acá porque hoy teníamos faena de campo y cosas. Sé que lo lógico hubiera sido quedarme en la Feria (ríe), pero a las 03:40 am estaba entrando en Traguntía", comenta Marcos.
La noche de este miércoles, 26 de abril de 2023, ha supuesto para muchos aficionados una vigilia inquebrantable a la que ayudaba Twitter para no caer en el pecado del sueño y olvidarse por un rato de lo que ya es inolvidable. No fue así para Marcos, uno de los ganaderos de Ligerito-82 -herrado con el hierro de Garcigrande, pero ya perteneciente al de Domingo-, quien reconoce haberle ocurrido todo lo contrario, pues los desvelos en la familia Hernández ya venían de semanas atrás: "Es la primera noche que se ha podido dormir tranquilo después de quince días. Todavía no lo hemos asimilado. Hemos presenciado algo histórico, hemos tenido la suerte de que haya sido un toro de casa y que haya sido en nuestra primera corrida lidiada en Sevilla desde que se partieron las ganaderías de Domingo Hernández y Garcigrande. Gracias a Dios y a mi abuelo que, desde ahí arriba, seguro que también ha estado empujando para ello. Con mucho que mejorar, pero estamos muy felices y contentos".
¿Quién era Ligerito?
"Ligerito-82 era un toro entre 97 toros de camada del guarismo 9. Que por su reata, por su padre, era uno de los toros destacados de la camada de plaza de primera. Teníamos dos corridas de toros fuertes de plaza de primera, aunque hay más, pero fuertes hay dos. Y Ligerito era un toro que destacaba por sus hechuras, era un toro tranquilo, que no llamaba la atención su comportamiento en el campo, pero cuando lo veías te entraba por el ojo. Siempre lo teníamos en mente, lo teníamos tapadito, pero Dios ha querido que el toro fuese y lo aprobasen en Sevilla, y que cayese en manos de una figura máxima del toreo como es Morante en una faena como la de ayer, que está al alcance de muy muy pocos", sentencia Marcos P. Hernández.
Ligerito-82 era sobrino de Orgullito -el toro con el hierro de Garcigrande indultado por El Juli en la Feria Abril de 2018- e hijo de Impresionado-80. ¿en qué creen los ganaderos que se parecían y no se parecían tío y sobrino?
"Sinceramente, todo el mundo que venía al campo decía lo mismo y coincidían en que se parecía al toro indultado en Sevilla. Y es cierto que se parecían en hechuras y en la conformación de los pitones. Cada uno tuvo embestidas especiales y un ritmo especial. Orgullito mucho mejor, claro. A mí, Ligerito me encantó. De hecho nos llevamos los testículos del toro y vamos a ver si somos capaces de sacarle descendencia".
Cuando Pepe Luque Teruel asomó el tercer pañuelo, Conchita Hernández y sus hijos se abrazaban en el callejón recordando al abuelo Domingo: "Nos acordamos todos los días de él. Pasan los años y sigue estando presente en la ganadería. Es una cosa que a mí madre, a Doddy y a mí nos sigue pesando. Cuando sacó el tercer pañuelo, el primer instinto que tuve fue abrazar a mi hermano. Fue un cúmulo de emociones que lo recordaré toda la vida".
Ligerito-82 fue un toro con una embestida profunda, larga y con ritmo sostenido, que ayudó a que el genio de La Puebla desglosara con él siglo y medio de tauromaquias rescatadas en tan solo quince minutos de lidia, firmando dos faenas: una con el capote -haciendo de la palabra 'torear' carne, para que habitara entre nosotros por años sin término- y otra con la muleta. Unas líneas maestras a trazar a partir de este toro, pero sabiendo y teniendo claro que "no es el toro perfecto, ni el toro con el que soñaba Domingo Hernández, ni con el que sueña Conchita, ni Doddy, ni Fran, que es mi otro hermano, ni yo. Y no sé si llegaremos a dar con el toro perfecto. Éste reunía muchísimas condiciones del toro que vamos buscando, pero el techo de una ganadería no se puede ver nunca. Y el día que se vea el techo, las ganaderías se acaban", apostilla Marcos.
Después de que le corten un rabo en Sevilla a uno de tus toros, en una faena de tanta importancia y de tanta carga emocional, ¿con qué queda soñar?
"Queda soñar, efectivamente, porque lo de ayer no va a ocurrir todos los días. Presiona mucho y estás feliz, pero a la vez te paras a pensar y ves que la próxima vez que vayas a Sevilla la gente va a estar esperando esto. Esperamos volver a Sevilla pronto, pero asusta y da mucho miedo, porque no es fácil echar un toro como el de ayer o, al menos, para nosotros no es fácil echar un toro como el de ayer en cualquier plaza de primera. Y ayer salió y no todos los días sale. Ojalá que podamos echar toros mejores que Ligerito-82", concluye Marcos Pérez, ganadero de Domingo Hernández.