Por el piton derecho
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'La Palmosilla, fiel a su estilo: nobleza, rapidez y emoción'
'La Palmosilla, fiel a su estilo: nobleza, rapidez y emoción'
'La Palmosilla, fiel a su estilo: nobleza, rapidez y emoción'

'La Palmosilla, fiel a su estilo: nobleza, rapidez y emoción'

Cristina P. Blasco | Pamplona

Ocho menos cinco de la mañana, Cuesta de Santo Domingo. De la garganta de Susana Nagore brillaban los versos de la jotica ofrecida al santo morenico: "No sabe qué es emoción quien no corrido el encierro, cuando al sonal el cohete, se acelera el corazón", y sí, faltaban cinco minutos y dos cánticos pidiendo el amparo a San Fermín, para que sonara de nuevo el cohete con el que, 357 días después, anunciaba que seis toros bravos y seis nuevos cabrestros volvían a pisar los adoquines del Casco Viejo de Pamplona. La emoción se sentía, se veía y se escuchaba en este encierro del reencuentro, de la emoción y del miedo. Porque sí, el día 7 es el día internacional del miedo. La noche previa cuesta dormir —si es que se acaba consiguiendo—, las piernas tiemblan, el estómago se encoge, las caras se transforman y el nudo en la garganta no se quita hasta que no suena el chupinazo. A su vez es el encierro de los reencuentros y de los abrazos; muchos días sin ver a los compañeros que sólo ves en San Fermín.

El día 7 tiene magia, y con esa magia ha salido la torada de La Palmosilla con puntualidad británica, enfilando la cuesta hacia arriba con los bueyes por delante pero con los toros abiertos por detrás y punteando mucho, en especial los dos últimos que iban un pelín distanciados generando verdadera emoción. De esta forma, como un tren de alta velocidad han pasado los toros por la plaza consistorial. A pesar de que la manada se ha estirado mucho no era fácil entrar a correr en los primeros metros de Estafeta, pero corredores habituales, con mucha experiencia y saber hacer, nos han deleitado con carreras realmente bellas. Según han ido avanzando los morlacos, se han ido abriendo huecos y los mozos con más piernas, decisión y corazón nos han ofrecido espectaculares carreras. Muchísimas caídas en el callejón y un toro que se ha entretenido en el ruedo han puesto el punto final a este primer encierro; un encierro que ha sido fiel a lo que suelen hacer los toros de La Palmosilla en Pamplona: velocidad, nobleza y preciosas carreras.

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