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Alberto Durán: Podría haber toreado mucho más, pero ¿a qué precio y de qué manera?
Alberto Durán, en una tarde de tentadero:// Alberto Durán

Alberto Durán: "Podría haber toreado mucho más, pero ¿a qué precio y de qué manera?"

Carmen Toro | Zamora

Tiene la edad de Cristo y la dignidad, inmaculada. Es y vive en torero dentro y fuera de la plaza, a pesar de que, hasta marzo de este año, en un paso como un suspiro por la Copa Chenel, llevaba la friolera de ocho años sin vestirse de luces. Es de Villamor de los Escuderos y se llama Alberto Durán —sí, sé que ya está dicho y escrito—. Es un chispeante "secreto y oro" en la tierra que lo vio nacer. El único torero zamorano que queda para tirar por el carro de la afición en la Zamora de la que llaman "España vaciada", en cuya plaza de toros ha vuelto a hacer el paseíllo el 1 de julio junto a Morante y Castella para celebrar su décimo aniversario en el escalafón superior, al que accedió en esa plaza, la suya, hace ya 10 años. 100 después que su admirado Belmonte. Y ha vuelto con la intención de que su nombre no quede más en el ostracismo de los despachos de la tauromaquia. Es de Villamor de los Escuderos y se llama Alberto Durán. Y también torea como es. -

Para celebrar 10 años de alternativa, ha vuelto a la plaza que le vio doctorarse como matador de toros, ¿qué supone este regreso?

Es una ilusión muy grande el regreso a mi plaza, a la que me doctoró como matador de toros. Los recuerdos de ese día son imborrables, únicos, lo que uno ha soñado desde que empieza a querer ser torero desde niño... y, cuando ve ese sueño tan anhelado y tan perseguido cumplido, es la satisfacción más grande que se puede tener y una de las fechas señaladas que marcan una vida.

Ha toreado varios festivales, pero, hasta marzo, llevaba sin vestirse de luces desde 2015, son muchos años...

Así es. Y la preparación y la mentalización han sido prácticamente iguales porque no es sólo el trabajo físico que hay que hacer para estar a un nivel alto delante del toro, sino, sobre todo, el psicológico. Es mucho más complejo mantener el equilibrio de preparación y de estar fresco psicológicamente cuando no tienes ocasiones para torear porque le das muchísimas vueltas, se agigantan las dudas,... Ha sido un arduo trabajo y lo tomo, con el tiempo, con positividad porque creo que ha sido tiempo de madurez y que se va a ver reflejado cuando vayan saliendo oportunidades. Han sido años de mucha dureza, de aguantar y de tener mucha paciencia, de una preparación y de una búsqueda constantes para, cuando llegara este día, poder sacar a relucir todo lo que he trabajado. Este tiempo me ha servido para profundizar en mi concepto y filosofía, para corregir muchos defectos y para reflexionar sobre muchas cosas, tanto dentro como fuera de la plaza: desde cómo gestionar mi carrera hasta de rodearme de gente que me influya positivamente.

No se imaginaría que su trayectoria seguiría así tras la alternativa ya que su larga temporada en el dique seco contrasta con todo lo que toreó en su época como novillero, tanto sin picadores como con caballos. Salvando las distancias, era el Marco Pérez de entonces...

Cuando uno empieza, no piensa que la carrera vaya a ser tan cuesta arriba, máxime, cuando mis comienzos fueron a mucha velocidad. De niño, tenía una precocidad fuera de lo normal, comparándolo con otros compañeros. En ese momento, me fue muy fácil, empecé a torear becerradas con muchísimo ambiente. Era una época en la que no había redes sociales y no trascendía tanto todo como ahora, como puede ser el caso de Marco Pérez. Pero en el círculo más cercano, los taurinos, los toreros, las ganaderías de Salamanca,... me conocían y había muchas esperanzas puestas en mí. Pero eso se volvió en mi contra. El ir tan rápido me jugó malas pasadas. Me cogió un toro de muy joven, cuando iba a debutar sin picadores, tuve una lesión muy fuerte que me hizo bajar mucho el nivel, no estaba bien físicamente y me repercutía en las actuaciones; también tuve un bache con la espada, rompí con mis apoderados de ese momento,... se juntaron muchas cosas. Todo lo rápido que había sido al principio se fue haciendo cada vez más complicado. Y todo este tiempo desde que tomé la alternativa ha sido de ir muy despacio, pero lo positivo es que he mantenido el nombre en cuanto a los taurinos y a los periodistas, a la gente del toro. Aunque no he toreado mucho, la gente ha estado pendiente.

¿A qué cree que se ha debido esta falta de contratos como matador de toros?

Ha sido un cúmulo de muchas circunstancias. Mi paso de novillero tuvo momentos importantes, sobre todo, en Madrid, y eso me dio mucho ambiente. Pero la última tarde de San Isidro, que era la definitiva en cuanto a lanzarme para tomar la alternativa con la fuerza con la que creo que hay que tomarla para no quedarte parado, no fue triunfal: no hubo suerte con el lote, yo tampoco estaba en mi mejor día y no surgieron las cosas... Además, rompí con mis apoderados de entonces. No pude ir a despedirme de novillero en la que había sido mi plaza y en la que creo que me lo había ganado, para dar un toque importante otra vez porque, al final, Madrid es la que da y quita, la que te lanza. Tuve que tomar la alternativa al año siguiente, ya con menos ambiente, y a eso se le añade que empieza a haber reducción de festejos por la famosa crisis. No hubo prácticamente festejos durante dos o tres años, los más importantes para despegar. Sólo pude torear las tres ferias de Zamora, en las que fui el triunfador consecutivamente, y eso no me sirvió absolutamente de nada, ni para torear en ningún sitio ni para volver a Madrid a confirmar mi alternativa. Tan sólo he toreado algunos festivales. A ello, hay que añadirle mi personalidad, mi concepción y mi manera de entender el toreo y la vida; es decir, podría haber toreado mucho más, pero ¿a qué precio y de qué manera?

¿Eso quiere decir que ha tenido ofertas para torear corridas de toros?

Claro, pero ya ni me las hacen. Saben que dan contra un muro. Pero, cuando estaba empezando, se pensaban que iba a acudir al trapo y no fue así. Me hicieron ofertas indignas y ridículas y sí pude haber sumado más contratos y haber toreado, incluso, en América. Hay muchos compañeros, que lo respeto, que suman muchos contratos y parece que es porque están ganados en la plaza, pero están contratados por baratos y no por buenos. Yo me considero un ser privilegiado porque nunca he dependido de nada ni de nadie, todo me lo he ganado con mi esfuerzo y mis hechos en la plaza y considero que así tiene que ser porque así es mi personalidad. Dicen que se torea como se es y yo no puedo disimular lo que soy. -

¿Le ha dolido especialmente la ausencia de oportunidades en las plazas de su provincia?

Lógicamente. Creo que el mío es un caso insólito que no existirá en ninguna parte del mundo. Yo creo que a ningún torero le ha pasado algo tan notorio: que esté en un pueblo a 6 kilómetros de Fuentesaúco, donde voy a todo: he ido a estudiar, al médico, donde tengo una finca, mi ganadería,... y podría retirarme de esto a día de hoy sin haber hecho el paseíllo allí ni como becerrista ni como novillero ni de matador de toros. Nunca. Lo mismo, con Toro, Benavente, Morales (del Vino)... Y duele más porque pueden llamarte, entablar una conversación y decidir si contar contigo o no porque hay o no un acuerdo, pero ni siquiera me han tenido en cuenta. La falta de respeto ha sido brutal, ha sido un trato nefasto que guardo con muchísimo dolor.

Tentar con frecuencia ayuda a mantenerse ya no sólo activo, sino a mantener la ilusión engrasada...

Sí, le debo mucho al mantenerme taurinamente hablando y el crecer como torero a los tentaderos, a poder cultivar lo que entreno diariamente de salón. En el campo, lo entreno en mayor profundidad delante de las becerras e, incluso, toros que he tenido oportunidad de torear. No soy un torero de hacer muchos tentaderos, pero sí los justos para mantener mi espíritu torero.

Su paso por la Copa Chenel este año fue breve y con la mala suerte de que su segundo toro (un astado de Monte la Ermita) le volteó y ni siquiera pudo matarlo...

Es un tanto agridulce por lo que comentas. Tengo que quedarme con lo positivo, que es la vuelta después de ocho años sin vestirme de luces, gracias a un certamen como la Copa Chenel. Además, me tocó un cartel bueno, con dos ganaderías buenas y con dos compañeros que también tenían buen ambiente entre los aficionados. La tarde tuvo muchas cosas importantes, a pesar de que el lote fue el que menos ayudó. El primer toro fue complicado, aunque tuvo buen fondo y momentos bonitos y de mucha profundidad y muchos detalles toreros que se me cantaron y que a mí me han valido mucho de cara a ratificar lo que el aficionado esperaba de mí. El segundo fue más complicado, había que apostar, fui muy consciente de lo que podía pasar y pasó: me echó mano, con la mala suerte de que caí muy mal y me impidió poder matarlo.

Aun así, ¿cree que le ha servido para reivindicarse y volver a hacerse un pequeño hueco?

En parte, sí. Por supuesto. No era lo que buscaba porque yo esperaba que me valiera muchísimo más, aunque no deja de ser un certamen. Esa filosofía con la que se va ahí dista mucho de lo que yo, mentalmente, soy como torero y como artista: lejos de números y de competiciones contra nadie, pero eran las bases y las reglas del juego, había que asumirlas y, en estas condiciones en las que estoy, apenas sin torear, era una oportunidad y había que ir.

Por el momento, ha toreado en la feria de Zamora, ¿puede ser este el punto de inflexión hacia una nueva etapa en su carrera?

Quiero que sea un paso importante después de esta travesía por el desierto. El despegue no va a ser inminente por las circunstancias. Ahora no está fácil sacar la cabeza para los jóvenes toreros o para los más desconocidos, y va a ser paso a paso, de que sea una tarde importante, de dar otro toque de atención y de que se vaya contando poco a poco conmigo, empezando por la tierra. Otra vez, ir a tocar las puertas de Madrid para ir a confirmar mi alternativa en unas condiciones lo más óptimas posibles.

No torea en Las Ventas desde 2012 —aún era novillero—, ¿cómo de cerca o de lejos ve esa confirmación de alternativa?

Relativamente cerca, ya. Espero que la tarde de Zamora sirva para dar un paso al frente y llamar otra vez a las puertas de Madrid, pero quiero asegurarme de ir en las mejores condiciones sobre el papel, no de cualquier manera porque eso podría hacerlo, sino con las garantías suficientes de saber que se puede dar un paso importante. Y para eso hay que ir con un cartel digno y una fecha idónea.

Usted mismo ha dicho que, de algún modo, llegó a ser novillero de Madrid. ¿Cree que puede llegar a ser torero de Madrid?

Ojalá. Son palabras mayores y sería muy osado decir que es algo fácil, pero creo que, dentro de la dificultad, tengo bastante camino andado; primero, porque creo que mi concepto encaja mucho con la filosofía del verdadero aficionado de Madrid, y yo me preparo cada día con la ilusión de esa plaza y siempre tengo en mi mente el objetivo de Madrid; de todas, pero Madrid es la base de todas. Además, ya me conocen de novillero y, aunque haya pasado el tiempo, los buenos aficionados tienen memoria y sé que están deseando verme. A lo poco que he toreado estos años en festivales y en Villa del Prado (Copa Chenel), fueron muchísimos aficionados de Madrid, y me han seguido la pista de novillero no sólo en Las Ventas, sino por toda la sierra de Madrid o en los pueblos. Incluso, a Francia iban a verme aficionados habituales de Las Ventas y eso es un orgullo.

Ahora, usted es el único torero que tiene Zamora —más aún, tras la muerte del maestro Andrés Vázquez—. ¿Cuánto pesa eso?

Mucho. Cuando uno pasa por una etapa tan compleja, de no estar donde se quiere, de torear poco,... que le da tantas vueltas a las cosas y piensa de todo, una de las cosas por las que, quizá, me haya mantenido con más fuerza es porque tengo el peso de la responsabilidad de saber que el futuro de la afición de Zamora, en buena parte, depende de mí. Creo que es fundamental que en cada lugar haya toreros, ganaderías, banderilleros,... para que se hable de ellos y se viva en el día a día. En Zamora, que no es zona de ganaderías, hay más peso, si cabe, porque soy el poco escaparate que hay para que la gente tenga presente el toreo.

¿Cómo ha influido Andrés Vázquez en usted tanto como torero y como persona?

Mucho. El concepto ha sido muy similar, aunque seamos de épocas totalmente distintas, pero la raíz es idéntica, cada uno con su personalidad y con su acento artístico. Los dos somos clásicos; quizás, yo tenga en algún momento tintes de más profundidad artística, pero la base es la misma. Y en cuanto a la personalidad, tanto dentro como fuera de la plaza, ha sido un hombre con mucho carácter, que imponía mucho y que, con el simple hecho de estar cerca de él, te empapaba de cosas y te aportaba. Ha sido una fuente importantísima para beber y yo he sido un privilegiado. También me pesa en cuanto a saber que tengo la obligación de honrar a una figura de esa categoría.

Como buen seguidor de Belmonte y como decía antes, usted torea como es... ¿Cómo definiría su concepto del toreo y qué cree que le puede aportar a la tauromaquia de hoy en día?

Lo definiría entendido desde el máximo de entrega y de pureza a lo que es tu arte y a lo que es el animal, el toro bravo, por el que estoy dispuesto a darlo todo y que, por encima de todo, tiene autenticidad, verdad y transparencia. El toro es el vehículo que me ayuda a manifestar artísticamente lo que soy, lo que hace que todas mis transparencias se vean. Creo que puedo aportar ser un torero diferente, especial, en cuanto a entender el toreo dentro y fuera de la plaza. Hacen falta toreros con personalidad y, aunque a veces me juegue malas pasadas y vaya en mi perjuicio, creo que yo la tengo.

¿Pondría algún ejemplo actual de "torero con personalidad"?

Cada uno con sus formas, su concepto y filosofía, José Tomás, Morante, Roca Rey; incluso, Sebastián Castella, que ha sido compañero de cartel en Zamora. Unos tienen la personalidad más o menos acusada y pueden gustar más o menos. Yo me inclino más por los que practican un toreo de toda la vida: el esencial, el clásico, el toreo puro, como Morante.

Acaba de poner como ejemplo a Roca Rey, pero su concepto del toreo difiere mucho del suyo...

Considero que es un torero importantístimo, con una capacidad fuera de lo normal, que tiene muchísimo mérito, y ojalá hubiera ahora mismo cuatro o cinco Roca Rey. Creo que para la fiesta sería muy imporante porque darían una frescura y una fuerza que se necesitan. De hecho, ha venido fenomenal al toreo porque estaba adormecido y, gracias a ese golpe sobre la mesa que ha pegado, con apenas 20 años, y cómo se está manteniendo, con toda la dureza de enfrentarse a figuras tan consagradas como el Juli, Morante,... plantarles cara no es fácil y él les está aguantando y con la cabeza muy alta. Me quito el sombrero y le presento mis respetos, aunque mi concepto y mis formas son otras. Yo bebo de otras fuentes, el suyo no es el toreo que yo voy a ver a la plaza, pero entiendo que se necesita y eso es muy bueno para la Fiesta porque toda la vida ha habido toreros de todo tipo: han existido el Cordobés, Manolete, Curro Romero y Rafael de Paula.

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