Por el piton derecho
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Fotos: Maestranza P.
'Con sombra de torero grande'
Fotos: Maestranza P.
'Con sombra de torero grande'
Novillada de temporada en Sevilla

'Con sombra de torero grande'

Ignacio Muruve | Sevilla

Si miramos al festejo de hoy, la diferencia preclara que hay entre lo valioso y lo común.

Se llama Aarón Palacio y es un torero como la copa de un pino. En cuanto a lo secundario pero no menos importante, presento al lector, antes de desmenuzar la tarde de hoy, dos reflexiones: el novillo de Sevilla y el tiempo. Nada que no se haya tratado ya, pero es lo que hay. En referencia al primer tema, la necesidad de subir un punto el trapío de los utreros que se lidian en la Maestranza, que es plaza de primerísima categoría. Y me desmarco de esa corriente promovida de los taurinos representada a la perfección con preguntas teledirigidas como: "¿Quieres una corrida de toros? ¿Qué quieres lo de Madrid o Francia?" Pues no. Hay seguro un punto medio de seriedad que no trastoca lo que es una oportunidad de toda la vida. Pasándonos a lo segundo, el tiempo, dejar un dato objetivo: una hora y diez de festejo a la muerte del tercero. No tenemos prisa, pero se vuelve en contra de los actuantes incluso. La pesadez nunca es buena.

El Melli comparecía en Sevilla con un ojo puesto en su doctorado y con la tierra del oro líquido como escenario. Antes, una de las plazas que parte el bacalao en el mundo en el que él quiere ser importante. El primero de Torrealba, de fina lámina aunque escurrido de cuartos traseros, humilló de salida en el templado capote del gaditano, que le pudo soplar tres al ralentí antes de que la nula fijeza se transformara en claros síntomas de mansedumbre. De embestida talentosa, con clase y rebosándose, nunca pudimos verlo porque el animal no quiso pelea. Más sereno que en otras ocasiones, El Melli trazó la faena entre chiqueros y burladero de matadores, con mejor resultado en el público en los terrenos del manso. Sonó la música pero no tuvo eco su labor. Pinchó y fue silenciado tras aviso.

En el cuarto, mejor presentado que los dos anteriores, predominó la nobleza y el trazo largo y faltó la casta y el cenimiento. La oreja cortada por El Melli tuvo como argumento la ligazón, toda ella ejecutada en un toreo periférico, sin ajuste alguno. Irreprochable el apartado de la actitud -marca de la casa-, se dieron abundantes series con altibajos que los atribuyo a la colocación ya citada. El novillo se quedaba descolocado y todo bajaba en intensidad. La petición no fue unánime, por cierto. En los tendidos cinco y siete se guardaron los pañuelos.

En el quinto Sevilla descubrió a un torero. Y a un torero de los de verdad, de los de seguirlo a todas partes si la evolución que se le presume sigue su curso. Aarón Palacio lo hizo todo bien y además, con torería, que es un plus. Noblón también este, todo olía a torero en la jurisdicción del novillero de Biota. La forma de colocarse, la forma de cimentar el muletazo entorno a la pureza máxima: la pierna ofrecida al fuego del encuentro. La suerte cargada a la luz de los focos de una Maestranza maravillada con la menudita figura de un novillero de arriba... con cositas de abajo. Técnicamente, los toques ayudaron mucho al novillo y lucieron una barbaridad la precoz sapiencia del torero. Series imperfectas... pero perfectas. Ya entienden. Un enganchón por aquí y un pase de pecho al ralentí por allá. Y así toda la faena. Y claro, todo esto marca la diferencia. La gran mácula, la espada. Un bajonazo que importó poco a la presidencia a la hora de otorgar el trofeo. Maravilloso. El segundo, uno negro sin perfil ninguno, de pobre cornamenta y con hechuras de eral, no concedió una embestida humillada a Aaron Palacio desde que vio la luz. Descompuesto en el embroque, viniendo rectito en un buen número de arrancadas, la firmeza no alimenta a la emoción. Quiso el zaragozano de Biota dejar claro que quería por más que aquello fuese imposible. Silencio.

Al cuajado tercero lo empobrecía su lamentable cara. Me preguntaba para mis adentros nada más verlo cómo se puede aprobar en una plaza de primera un utrero que saldria en cualquier plaza de pueblo -con todo el respeto, faltaría más-. Excesivamente abrochado para un coso como Sevilla. Agarrado al piso, reservón y a disparos, Manuel Jesús Carrión, ganador del certamen de promoción de 2022 en esta plaza, no pudo más que colocarse bien e intentar llegarle a la cara. Se hacía desesperante el transcurso de un festejo que marchaba a un paso lento, demasiado lento.

Para el último de la tarde, otro mansito al que Carrión intentó taparle los defectos de calamocheo y media humillación dejándole la muleta en la cara mientras sonaba "Manolete". Mejor el de La Algaba en cuanto a planteamiento, consiguió llegar al público por momentos. Se le pidió una oreja pero no fue concecida.

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 18a de abono. ½ plaza. Novillos de Torrealba: De variada presentación, con algunos muy mal presentados como 2° y 3°. Nobles los que hicieron de 4° y 5°. Mansos 1° y 6°, parados 2° y 3°.

Germán Vidal "El Melli": Silencio tras aviso y oreja tras aviso.

Aarón Palacios: Silencio tras aviso y oreja tras aviso.

Manuel Jesús Carrión: Silencio y vuelta al ruedo. Se desmonteró Roque Vega en el 3°.

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