Cuatro de Abril, cuatro del cuatro, cuarto peldaño de la escalera sanferminera, cuatro días contados que quedan para que la mítica y coqueta Librería Abarzuza de La Cuesta de Santo Domingo eche la persiana definitivamente. Marcela y Rafa se jubilan y el 16 de mayo pondrán fin a su andadura profesional vendiendo libros en La Cuesta y ofreciendo su espacio a los corredores que cada mañana ahí se congregaban para pasar de la mejor forma el trago del miedo.
Abarzuza es mucho más que una librería, es un lugar con encanto llevado por personas encantadoras, por personas con luz que transmiten su bondad y su cariño a todo aquel que por ahí pasa y ha pasado: corredores, pamploneses, turistas, visitantes, sanfermineros, amantes del encierro y amantes de la lectura, todos tenían sitio en este entrañable lugar.
Chapu Apaolaza, en su columna de ayer para Diario de Navarra, nos contaba que Marcela es la madre de todos los corredores, emotivo y merecido reconocimiento para una gran librera y gran persona. También se preguntaba “¿ahora qué hacemos?”
Y, es que el vacío que va a dejar en La Cuesta va a costar digerirlo. Muchos son los que, dentro de su rutina del encierro, y el encierro en gran parte va de esto, rutinas y supersticiones, acuden a encerrarse entre libros, cuadernos, figuritas de los gigantes y réplicas de San Fermín.
Es un lugar de encuentro, pero es que también es mucho más que eso, un sitio polivalente, donde comprar el periódico para el encierro, donde guardar tus cosas personales o donde recibir apoyo, ánimo y cariño. Un lugar donde se respiraba pureza, verdad y sanfermínismo en vena. El lugar dónde se guardaba el panel con la letra del cántico a San Fermín, un lugar con magia y misticismo. El lugar ideal para espantar a los fantasmas previos a la carrera.
Lo que Abarzuza supone para el encierro es mucho y muy bueno, una tradición, y esto va de eso, de tradición. También supone respeto y familia, y esto también va de eso, la familia del encierro y el respeto entre sus miembros y para con el Encierro.
En estos tiempos en los que se estudia tantísimo el marketing y la atención al cliente, a Marcela no le hizo falta estudiarlo, pues no he conocido sitio con mejor atención que Abarzuza. Dicen que es de bien nacido ser agradecido, sirvan estas líneas para agradecerle a Marcela su sonrisa, su atención exquisita, sus recomendaciones y, por supuestísimo, esa generosidad para guardarme la prensa durante toda la semana de San Fermín.
Y, aunque me alegro de que ambos puedan disfrutar de tan merecidísima jubilación, con pena también me pregunto ¿y ahora qué? Pues eso, cuarto peldaño, cuatro de abril, cuatro del cuatro.
Ya falta menos; Abarzuza, os echaremos de menos.