Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Hay receta para los Dolores
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Crónica Madrid. 26ª Feria de San Isidro

Hay receta para los Dolores

Darío Juárez

Ayer dio comienzo la semana de los llamados encastes minoritarios. Siete días donde los hierros con más nombre, presencia y comportamientos más variopintos, se ofrecen como plato estrella para el aficionado al toro después de las tragaderas de mansedumbre y escaso trapío en ciertas ganaderías de encaste Atanasio como éste, u otras de la repetitiva y aborrecida sangre Domecq. Tras seis años de ausencia en esta plaza, regresaban a Madrid los emblemáticos Dolores Aguirre. Uno de los encierros menos aparatosos en hechuras de los últimos lidiados en esta plaza, que ofreció un elenco de actitudes bastante variado con toros poderosos, otros que se dejaron y otros que no con peligro. Confomaba el cartel una terna bien curtida en batallas de este corte. Rafaelillo no logró lucir su tauromaquia a través de la lidia, por la imposibilidad de su lote; Alberto Lamelas llegó a Madrid con una confianza muy grande en un momento importante; y Gómez del Pilar puso y dispuso sus cartas con dos toros a los que les faltaron finales.

A portagayola recibió al igual que al último, al tercero de la tarde. Una suerte que Gómez del Pilar logró hacer bella, afianzándola a continuación, con esa humillación que poseía la condición del animal en el percal. Tras la ejecución del primer puyazo, el toro hincó los pitones en la arena con una voltereta de seguido que le sirvió como castigo extra, ya que el segundo encuentro sería medido. Tenía buen toro, noble y con buena condición. El Chano saludó una ovación con la montera del matador tras un cariñoso brindis. De seguido, vimos tres tandas con la mano derecha, en las que Burgalito lo quería todo por abajo ofertando su entrega. Noé aprovechó la cometida lineal del cornúpeta para darle sólo el medio pecho y ligarle la serie despacio y mandando. Por el izquierdo se rajó yéndose a tablas. Sin embargo, los últimos que sacó con la diestra fueron el epílogo de una actuación limpia por ese pitón y muy templada de inicio. El fondo final que sacó ese toro dejó ver la pizca de lucidez que faltó a la faena, para que la oreja otorgada a posteriori fuera de más peso y mérito. Teniendo en cuenta que es una oreja de Madrid.

Por su parte, el último fue un dolores que no hizo nada bueno en los primeros tercios. La cara por arriba y en el peto, ni el intento. Tras el brindis al público apareció un toro nuevo. Acudió al cite de una primera serie ligada y con mucha humillación. La que vino después fue un remanso de templanza y dosis de emoción en los tendidos con la acometida de Clavijero. En los finales le costó repetir y Noé se quedaba fuera. De nuevo el izquierdo fue por el que más le costó, enfriando así la actuación, junto con el desatino de la tizona.

Alberto Lamelas hizo su quinto paseíllo como matador de toros en el coso venteño. Mala suerte tuvo con el segundo, siendo un burel protestado de salida, que se quedó en banderillas con fijeza y buen son en los primeros compases de la faena, pero que, encimándose con él, se quedó corto y no mantuvo continuidad de entre tandas. Ahora bien, el jienense no se dejó nada, demostrando su alta disposición. La que expuso al cuadrado con el quinto. Un animal con más morfología de lo de Atanasio que en lo de Conde de la Corte, a diferencia de sus hermanos. Dos primeras series sacudieron de bienes convertidos en olés la despaciosidad de ellas. En la tercera llegó el lamento. Al tercer muletazo, Burgalés se rajó después de demostrar su óptima condición, siguiendo con una serie final de naturales vacíos de belleza, aunque no de entrega por parte de Lamelas, que saludó una meritoria ovación tras el arrastre. Ese fondo fue el que le faltó a tres de los seis protagonistas.

El que menos suerte tuvo esta vez fue Rafaelillo. Un torero que ha escrito con letras de oro en la historia de la Tauromaquia el sentido y conocimiento de las lidias en las diferentes sangres ganaderas. Hoy, por el contrario, vimos al murciano avasallado por un lote frío, desagradecido y en ocasiones con un peligro sordo. El abreplaza fue un toro vareado para lo que suele ser un dolores de plaza de primera, que se aburrió en banderillas yéndose a tablas. Le costó un mundo salir de allí y también al matador tantearlo. Pero nada, era imposible. Sólo pegaba tornillazos en símbolo de protesta. No era el día para él. Tras un intento de descabello en el que el toro se tiró hacia él, la punta del verduguillo hirió la parte trasera del empeine del pie derecho para pasar a continuación a la enfermería. Otra joya fue el cuarto, que también se olvidó de dar guerra y pelea cuando se aquerenció en tablas desde la salida del caballo. El murciano se vio ante un oponente avacado de cara y sin recorrido, que quería todo por encima de la coronilla de su matador, desarmándolo hasta tres veces. Poseía mala condición e invisible posibilidad de embestir con emoción en vez de con peligro. Macheteó y cerró su primera tarde del serial a la espera de la finalísima de Miura.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 26ª de la Feria de San Isidro. Dos tercios de entrada (16.017 espectadores) en tarde calurosa. Se lidiaron seis toros de Dolores Aguirre, de correcta presentación. Desagradecido y corto el 1º, sin recorrido el 2º, entregado el 3º, peligroso y cerrado el 4º, enclasado el 5º y sin finales el 6º.
  • Rafaelillo (nazareno y oro): silencio en ambos.
  • Alberto Lamelas (azul marino y oro): silencio tras aviso y ovación con saludos.
  • Gómez del Pilar (blanco y plata): oreja tras aviso con división de opiniones y silencio tras aviso.

 

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