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Me voy en el momento oportuno, pero con una Fiesta que no es la que yo conocí'
Foto: Lo Bravo - Carmelo Lopez
Entrevista a carlos ilian

"Me voy en el momento oportuno, pero con una Fiesta que no es la que yo conocí'

Darío Juárez | Madrid

Me cita a las siete de la tarde, la hora de los toros en Madrid, dos días después de escribir su último San Isidro tras 40 años haciéndolo ininterrumpidamente -exceptuando el impasse del Covid- en el diario Marca. Que también echará el cierre a su sección taurina, ochenta y seis años después, con el último festejo de la próxima Feria de Otoño, cuando Carlos Ilián (Pereira, Colombia,1943) mande a la redacción del periódico la última crónica de su vida.

¿Qué cree que sentirá ese día cuando le dé al botón de 'enviar' en el portátil?

"Me dará pena, pero poco a poco me he ido desenganchando. Ya hace años que dejamos de cubrir ciertas ferias y este año ya me desenganché de una manera más abrupta, escribiendo sólo en Madrid. Estas cosas hay que asumirlas, son demasiados años haciendo crítica taurina para un periódico y todo tiene su final. Soy muy consciente de ello. Por supuesto, echaré de menos el año que viene no estar ahí en la batalla, en la defensa de la integridad de la Fiesta... En fin, en lo que ha sido mi trinchera de toda una vida. Pero lo asumo con gran tranquilidad, soy muy consciente de esto y de que me voy en el momento oportuno. Y eso me tranquiliza".

55 años al servicio del periodismo taurino independiente, Ilián se va de él como decano y uno de los más influyentes críticos todavía en la actualidad, con el respeto de la afición, de sus compañeros y de tantos profesionales que han valorado su trabajo y la innegociable independencia con la que lo ha ejercido durante este más de medio siglo. Se corta la coleta un torero de las letras; se corta la coleta un Maestro, en mayúsculas.

P: ¿Se va por desgaste mental o hay algo más en su decisión?

R: Al margen de un lógico desgaste mental, me impulsa un poco que la Fiesta de los toros, tal y como está en este momento, sobre todo en Madrid que es el lugar donde uno tiene que medir cómo está el toreo, evidentemente soy muy consciente que no me incita. No es la Fiesta que yo conocí. No me aburre, pero sí es un constante desengaño para los que hemos defendido otra Fiesta, la integridad de esto y de la plaza de Madrid durante tantos años. Todo esto a mí me justifica en gran parte la decisión que he tomado.

P: ¿Se imaginaba que su último San Isidro como crítico fuese tan flojo como lo ha sido éste?

R: Nos lo veníamos imaginando desde antes de la pandemia, pero después de la pandemia ha habido un cambio muy radical. Ha habido un éxodo de viejos aficionados, gente que falleció desgraciadamente o gente que dejó de ir por cualquier motivo. Y ya la feria de este año ha sido deprimente. Por ejemplo, haciendo una reflexión, yo recuerdo la noche en que se destituyó a Panguas por haber dado un rabo en Madrid a Palomo, en la redacción de Nuevo Diario con Vicente Zabala, de acuerdo con la dirección de ABC, sale una columna en dicho periódico pidiendo la destitución de Panguas. Y veo cómo este año hay una cacería para un presidente que no da una oreja en Madrid a un torero determinado. Por favor... O nada más que veas muchas de las corridas que se han lidiado, al margen del triunfalismo que se ha apoderado de la plaza. Madrid va camino de ser una plaza más, si no lo es ya.

P: Al echar la vista atrás, le parecerá mentira pensar que hayan pasado ya 55 años desde que Vicente Zabala (Portolés) le fichara como su segundo de abordo tras escucharle hablar del Conde de la Corte, de Ordóñez y de Gregorio Sánchez en la cafetería de Nuevo Diario.

R: Sí, yo hace poco que había terminado la carrera y estaba en Nuevo Diario en prácticas. Y un día, tomando café, me oyó hablar de toros Vicente Zabala, que ya había sido crítico en el diario El Alcázar, le gusté y aquí me tienes cincuenta y tantos años después [ríe].

P: Fue el propio Vicente quien prohibió que entrara una página de publicidad de un torero a 'Nuevo Diario', cortando de raíz la idea del 'sobre' en los medios generalistas.

R: Ocurría lo siguiente: fue el final de una época porque en esas páginas se anunciaban toreros importantes como Paco Camino o El Viti, que llegaban con fuerza. Y Vicente no lo quiso aceptar. Pero un día me colaron una [risas], lo reconozco. Me la coló Paco Alcalde. Hicieron una movida y la terminaron por conseguir.

P: Pero había otro 'sobre'.

R: Esa fue la última etapa, de medios... Bueno, también de medios importantes, eh. Ellos contrataban con los toreros la temporada completa por una cantidad. Existía el "alto trinque" o el "alto sobre". Por ejemplo, en el año de La Guerrilla entre El Cordobés y Palomo, se pagó mucho dinero en el diario Pueblo concretamente. Pero luego está la otra, la que se quedó como el famoso 'sobre'; eran más bien críticos de medios no muy importantes que esperaban en los hoteles a los mozos de espadas, que llegaban y les daban en un sobrecito un par de entradas y un dinero. Y ese dinero lo iban juntando corrida a corrida pasar el invierno. Eso era penoso, Darío, pero sí existió. ¿Hasta cuándo? Hasta finales de los 80, principios de los 90. Lo cual no quiere decir que ahora no haya algún tipo de negocio por detrás, pero lo desconozco.

P: Otro momento importante para la crítica del momento es la irrupción de Alfonso Navalón en el diario Pueblo, tras la amenaza de Paco Camino por una desavenencia con Hacienda. Y después, Joaquín Vidal y Carlos de Rojas. Puede sentirse orgulloso de haber pertenecido a toda esa generación de críticos que cambiaron el periodismo taurino.

R: Sí, sí, por supuesto. Llegar aquí fue por una conversación con Vicente Zabala, pero luego se fueron añadiendo más actores como Navalón y más tarde Joaquín Vidal. A Joaquín lo conocí cuando era el tercer crítico del diario Informaciones. Pero, efectivamente, ahí se configura una gran generación de críticos. Y tanto Vicente, como Alfonso (Joaquín vino después) fueron muy importantes. No te imaginas la batalla que se dio por la integridad de la Fiesta, el afeitado o la edad del toro, algo muy importante que consiguió Vicente Zabala, saliendo en 1973 el primer guarismo 9 de 1969, claro. Los primeros cuatreños oficiales.

P: ¿Cómo se vivieron aquellas campañas de la Guerrilla entre Palomo y El Cordobés, la edad, el afeitado y el volumen del toro?

R: Aquello fue muy fuerte. Campañas que siguieron a la de la defensa del toreo de verdad. Porque date cuenta que estamos hablando de la época del Cordobés, que era muy heterodoxo, con un público nuevo. El Cordobés no hizo afición; él metió gente en los toros, que no es lo mismo. Después, los años de la Guerrilla fueron muy fuertes. Que en el fondo era un favor que les hacíamos a los empresarios, en aquel momento a los Lozano, que eran muy hábiles para eso. Fue una guerra personal de Manuel Benítez con los grandes empresarios. Porque se quita un año de las grandes ferias pero, cuando vuelve en el año 70, lo hace pidiendo mucho más dinero porque era el más taquillero. A las empresas les hacía falta, sin duda. De hecho, los empresarios se presentaron en la finca del Cordobés en rogativa a pedirle que volviera a las grandes plazas. Nuestra crítica era a favor de la seriedad, la ortodoxia y en contra del tipo de toro que mataba Benítez... Y lo que mataba Palomo, que se ganó una especie de sambenito de torero becerrista. Me acuerdo que una vez Navalón tituló 'Los perritoros de Palomo'. Esa tendencia había que cambiarla.

P: ¿En qué cree que ha cambiado la crítica taurina en este más de medio siglo en el que se ha dedicado a ella?

R: Desgraciadamente, lo que vemos hoy en día está lejísimos de lo que vimos, escribimos y de la crítica que hicimos mis compañeros y yo en esos años. Tanto, que si los toreros de ahora, algunos, tuvieran la crítica de medios fuertes y poderosos como en esas dos décadas, no sé si serían capaces de aguantarlo.

P: ¿Y el toro, los toreros y los públicos?

R: Ha desaparecido una generación de gente que entendía de esto y lo llevaba con religiosa devoción. Eso ya ha pasado. ¿Quedan minorías? Sí, evidentemente. Ha cambiado mucho el tipo de toro también, tras la aparición de Manolo Chopera. También los toreros, expresamente matadores de toros, que llegan muy preparados pero lo hacen muy parecido. Se ha perdido la personalidad, tanto en los toreros como en los públicos. Por ejemplo, el público de Madrid es ya un público de cualquier plaza de España. Y tú y yo lo hemos vivido en esta última Feria de San Isidro.

P: ¿Qué ha sido para usted ser 'crítico de Madrid'?

R: Todo, sin duda. No me vi nunca ejerciendo en otro sitio, esa es la verdad. Después de vivir lo que he vivido tantos años en Madrid, además de las grandes ferias que he cubierto, y a pesar de todo lo que viera bueno en ellas, Madrid seguía siendo diferente a cualquier otra plaza. Hoy ya no lo es.

P: Crítico de Madrid pero también de las ferias del norte, donde siempre le han querido: Bilbao, Pamplona, los últimos años del Chofre donostiarra...

R: Bilbao, sobre todo. Si ha habido una plaza, además de Madrid, a la que la he tenido una gran devoción ha sido Bilbao. Por la seriedad del toro. De hecho, antes de hablarse del 'toro de Madrid' se habló del 'toro de Bilbao', hasta que llega Manolo Chopera a Las Ventas. Luego, la Junta Administrativa, que defendía la seriedad de Bilbao y el señorío de la plaza... Uno se sentía distinto en Bilbao. En Pamplona también había buenos aficionados pero últimamente agobia. Hay que entender que es así, pero agobia. Y en el Chofre viví sólo los últimos coletazos, hasta que en el 98 inaugura Illumbe Manolo Chopera; el sueño de su padre, de don Manuel.

P: Ya que ha citado al 'hombre del norte', como un día le bautizó El Rosco, ¿quién fue Manolo Chopera para Carlos Ilián?

R: Manolo Chopera fue el gran taurino, sin ser un taurino clásico. Él lo había heredado de su padre, que también fue empresario. Se distinguió un poco en la época por ser un empresario con carrera, creo que ingeniero químico, metido en el negocio taurino. Una gente muy seria para el negocio y un defensor del toro, sin duda ninguna. Bilbao fue la prueba y cuando se hacen cargo de la plaza de Madrid, Manolo Chopera da una vuelta de tuerca subiendo el volumen y el trapío del toro. Un gran empresario, muy serio pero cordial, y un modelo en el negocio para otros como Balañá, Diodoro Canorea y otros tantos. Hoy a Madrid la dirige una agencia de viajes... Con eso se dice todo. ¿Que tenía que llegar? Pues seguramente.

P: ¿Qué importancia tuvo Victorino Martín padre para la crítica de aquel momento?

R: Victorino tuvo una importancia grandísima porque nos defendió a quien a su vez defendíamos el toro íntegro, bravo y encastado, siendo muy relevante a la hora de hacer fuerza en ese momento. A todos nos movía lo mismo que a él y él veía en nosotros un apoyo importante por la fuerza que tenía la crítica en esos años, que le venía bien por el tipo de toro que siempre tuvo en la cabeza.

P: Años en los que también era habitual recibir serias amenazas. ¿Cuánto hace que no recibe una llamada malsonante de un taurino por una crónica dura?

R: La última debió ser de alguien cercano a El Cordobés (hijo) en una feria de hace ocho o nueve años, que me llamaron insultando. Puede que haya mucha gente que me insulte, pero como no tengo redes sociales pues no me entero. Pero en aquellos años 70, cuando yo empezaba en esto, había llamadas a casa para insultar y amenazar... Por ejemplo, a Navalón le agredieron en la plaza. En fin, era otra época.

P: Si tuviera que quedarse con un momento de máxima emoción en estos 55 años como periodista y/o crítico taurino dentro de una plaza de toros, ¿cuál sería?

R: Te diría uno pero te voy a decir tres: el primero, un momento de gran emoción por sensibilidad y por sentir el toreo al natural como pocas veces, fue en una faena de Curro Romero a un sobrero de Galache en San Sebastián. De Antoñete te podía hablar, de la Beneficencia de Paco Camino. Pero los otros dos momentos fueron la que yo llamo "la mañana de mi vida" en Nimes, con los 6 toros de José Tomás, y la del 5 de junio de 2008 también de José Tomás. Si me aprietan mucho, te diría que son las dos tardes más grandes en toda mi carrera como crítico. También te puedo hablar de la despedida de Esplá o de los seis muletazos que dio Juan Mora en aquel Otoño, por los que cortó dos orejas y abrió la Puerta Grande.

P: ¿Cómo visualiza el futuro de la crítica taurina?

R: Este invierno me invitaron los de José y Juan a una de sus tertulias, a las que ya he ido cuatro veces, y yo titulé aquella charla: 'Del esplendor al servilismo'. Hay un servilismo en varios chicos con un tipo de crítica que no sé quién se la ha enseñado. Yo recibo infinidad de información de toreros muy modestos con ¿director de comunicación? ¿En serio? Esto, no... La información y la crítica que hacíamos mis compañeros y yo no tiene nada que ver con lo que hay hoy. Y veremos lo que pueda venir.

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