Un día más, a las 8 en punto de la mañana el cohete subía al cielo de Santo Domingo y los seis morlacos de Victoriano saltaban al adoquín pamplonés. Bueyes por delante de salida, pero con la manada muy estirada y los toros por el lado derecho que han permitido correr bien en la misma Cuesta. Cuando en La Cuesta pueden realizar este tipo de carreras, San Fermín sonríe.
Así han llegado a la plaza consistorial, con un buey y burel por delante, el toro se ha abierto a la derecha y menos mal, porque había dos inconscientes parados en medio de la plaza que han librado de casualidad, momento de tensión y San Fermín trabajando con su capotico. Al ir tan estirados y los toros tan sueltos y abiertos, en Mercaderes ha habido emoción. Imagen preciosa de los toros cogiendo la calle con el contraluz de la mañana, muchas caídas en ese punto a la par que disfrute por parte de los que más controlan el tramo.
Han cogido la curva de Estafeta con una limpieza extraordinaria, algunos mozos que venían corriendo desde Mercaderes nos han deleitado con su maestría en el buen arte del correr. Las carreras de “La Curva” de hoy son para paladares finos.
Una manada estirada al comienzo de Estafeta promete cosas interesantes, y ya lo creo. San Fermín hoy tenía el día generoso y les ha ofrecido a los mozos múltiples huecos para poder meterse y correr a gusto, con más dificultad al principio de la calle y con más posibilidades a partir de la Bajada de Javier, donde la torada se ha disgregado tanto que ha terminado partida. Festival de buenas carreras y de caídas a lo largo de toda la calle. Con los toros cada vez más sueltos y con un ritmo brutal hemos llegado al Fitero, donde auténticos cracks del encierro han vuelto a hacer sonreír a San Fermín.
Pero, poco le ha durado la sonrisa ya que se ha tenido que volver a poner el traje de faena. Primero con esa gente que se queda parada en el vallado derecho del tramo de Telefónica, punto negro de siempre, y después con un holandés que pasaba por ahí y que ha sido volteado espectacularmente. En un principio parecía que sólo tendría que irse a comprar un pantalón nuevo, pero no, se ha llevado una cornada en el escroto.
Aún quedaba algo más, San Fermín hoy no quería despedirse del encierro triste, así que dicho y hecho. Una entrada espectacular de uno de nuestros entrevistados estos días, cruzándose más de medio ruedo con los toros, ha hecho que terminase el encierro con una sonrisa la mar de amplia.
Encierro velocísimo, precioso y con una nobleza exquisita de los toros. Mañana el último, habrá que exprimir al máximo lo que queda y esperar que Miura, la leyenda, nos deje un buen sabor para poner el punto final.