Eulogio Mateo es un ganadero que lo mismo te emociona cantando una jota que lo hace criando vacas con casta y bravura. Y eso es lo que hemos sentido esta mañana en el sexto Pilón de Falces, mucha emoción. Las vacas de Eulogio, una de las ganaderías más en forma de la cabaña brava navarra, han protagonizado un encierro trepidante y veloz, volando cuesta abajo y sabiendo en todo momento lo que hacían.

La primera vaca ha sido como un tren de alta velocidad, arrollando a todo el que se le ponía por delante, corredores buenos y con mucha experiencia han tenido que echar cuerpo a tierra ante la velocidad insostenible que imprimía la vaca. Justo antes de llegar a la altura de la virgen, donde cada mañana los mozos le cantan acompañados de la charanga, ha arrollado de mala manera a un mozo con blusón negro, el cual ha tenido que ser traslado y desde aquí deseamos su pronta recuperación.

Pero, ¡ay, amigo!, faltaba el postre, ¡y qué postre! El lunes comentábamos la carrera de Pablo y titulábamos que tenía mimbres de extraterrestre, hoy lo ha vuelto a hacer.

Ha comenzado delante de la primera vaca y con ella ha corrido y unos metros, pero este joven a parte de facultades físicas tiene cabeza, y muy inteligentemente ha dado un salto a la derecha en la curva antes de la gran bajada para dejarla pasar, se ha puesto delante del resto de la vacada y él solito las ha guiado hasta el pueblo maravillando a los presentes. Excelente.