No deja de sorprenderme el hecho de que los aficionados sigamos tirándonos piedras a nuestro propio tejado. Y es que es entrar en las redes sociales y comprobar cómo muchos de esos que se consideran buenos aficionados restan más que suman, despotrican más que ensalzan y, cómo no, ven siempre el vaso medio vacío en vez de medio lleno. Hay que criticar, por supuesto, pero con sentido común y de manera constructiva a poder ser.
Durante los últimos días de agosto, no he parado de ver en las redes sociales fotos de los tendidos de ciertas plazas de toros. Y qué curioso que casi el cien por cien de esas fotos han mostrado cemento. Mucho cemento. Da igual que haya habido un cuarto de entrada, media, tres cuartos o casi lleno. Esos buenos aficionados siempre fotografían y suben el cemento, ya sea mucho o muy poco. El caso es subir cemento. Y, cómo no, al pie de esas fotos, los típicos comentarios de esto se acaba, tal o cual empresario está hundiendo esta plaza, esto no interesa, las figuras no llenan, etc.
Hay que contar y decir siempre la verdad. Sea donde sea y sea como sea. Esa es mi premisa y creo que debería ser la de cualquier persona que se vista por los pies. Y en el caso que nos ocupa también. Por supuesto. Si en una plaza hay un cuarto, media o tres cuartos de entrada se dice y no pasa nada. Pero no se hurga en la herida, ni se regocija uno con fotos del cemento, ni se le buscan cinco pies al gato intentando ser catastrofistas porque eso nos perjudica de cara a la sociedad y sobre todo de cara al antitaurino. Y si se hace, al menos que esos mismos aficionados también fotografíen los tendidos cuando están llenos a rebosar de público. Si hacemos una cosa también hay que hacer la otra, aunque para muchos esto último no sea considerado como algo propio de buenos aficionados ante ese sanedrín de aficionados más exigentes.
Si algo tenemos que hacer en los tiempos que corren es no perjudicarnos a nosotros mismos. Siempre con la verdad por delante. Nunca con la mentira. Siempre con el tacto adecuado. Con el optimismo por bandera. Con el agradecimiento y el privilegio de poder seguir disfrutando de nuestra Fiesta a pesar de los tiempos que corren. Sin llegar a la bajeza de tener que ser más antis que los antis. Incluso ante la adversidad y la catástrofe, yo prefiero ver el vaso medio lleno. No sé cómo prefieres verlo tú. Nosotros mismos.
No deja de sorprenderme el hecho de que los aficionados sigamos tirándonos piedras a nuestro propio tejado. Y es que es entrar en las redes sociales y comprobar cómo muchos de esos que se consideran buenos aficionados restan más que suman, despotrican más que ensalzan y, cómo no, ven siempre el vaso medio vacío en vez de medio lleno. Hay que criticar, por supuesto, pero con sentido común y de manera constructiva a poder ser.
Durante los últimos días de agosto, no he parado de ver en las redes sociales fotos de los tendidos de ciertas plazas de toros. Y qué curioso que casi el cien por cien de esas fotos han mostrado cemento. Mucho cemento. Da igual que haya habido un cuarto de entrada, media, tres cuartos o casi lleno. Esos buenos aficionados siempre fotografían y suben el cemento, ya sea mucho o muy poco. El caso es subir cemento. Y, cómo no, al pie de esas fotos, los típicos comentarios de esto se acaba, tal o cual empresario está hundiendo esta plaza, esto no interesa, las figuras no llenan, etc.
Hay que contar y decir siempre la verdad. Sea donde sea y sea como sea. Esa es mi premisa y creo que debería ser la de cualquier persona que se vista por los pies. Y en el caso que nos ocupa también. Por supuesto. Si en una plaza hay un cuarto, media o tres cuartos de entrada se dice y no pasa nada. Pero no se hurga en la herida, ni se regocija uno con fotos del cemento, ni se le buscan cinco pies al gato intentando ser catastrofistas porque eso nos perjudica de cara a la sociedad y sobre todo de cara al antitaurino. Y si se hace, al menos que esos mismos aficionados también fotografíen los tendidos cuando están llenos a rebosar de público. Si hacemos una cosa también hay que hacer la otra, aunque para muchos esto último no sea considerado como algo propio de buenos aficionados ante ese sanedrín de aficionados más exigentes.
Si algo tenemos que hacer en los tiempos que corren es no perjudicarnos a nosotros mismos. Siempre con la verdad por delante. Nunca con la mentira. Siempre con el tacto adecuado. Con el optimismo por bandera. Con el agradecimiento y el privilegio de poder seguir disfrutando de nuestra Fiesta a pesar de los tiempos que corren. Sin llegar a la bajeza de tener que ser más antis que los antis. Incluso ante la adversidad y la catástrofe, yo prefiero ver el vaso medio lleno. No sé cómo prefieres verlo tú. Nosotros mismos.